Nacimiento de la Virgen o Natividad de María o Divina Infantita (Inmaculada Niña)
En la fecha de Santos Reyes del año 1840 estando la madre
Magdalena en oración ante el pesebre del Niño Jesús, y mientras adoraba el
sagrado misterio tuvo una inspiración:
¿Por qué a la Santísima Virgen no se la venera también en su
nacimiento, y por qué no se le celebra con cantos de alegría como se hace con
el Niño Jesús?
Y mientras se inspiraba en sus pensamientos se le apareció la Santísima
Virgen Recién Nacida sobre las nubes, acostada y vestida como una reina y oyó
que le decía:
De inmediato lo comunicó todo a la
abadesa la madre Guadalupe de San Lorenzo. Después le pidió permiso para hacer
una imagen como la que ella había visto y le expresó su vehemente deseo de que
todos supieran lo que la Virgen le había dicho.
Un día la madre Magdalena estaba limpiando la
sacristía y se encontró la cabecita de un ángel que antes había sido colateral
de la Custodia, y que se había roto. Muy contenta le llevó la cabecita a la
abadesa para que le diera permiso para hacer la imagen de la Divina Niña
aprovechando la cabecita del ángel. Después de mucho rogar la Madre le dio el
permiso e inmediatamente llamaron al escultor. La madre Magdalena le explicó
como era la imagen que ella había visto para que la hiciera igual. Y por un
precio muy bajo el escultor se la hizo. La imagen quedó preciosa del tamaño de
una niña recién nacida.Luego la llevaron a bendecir, y así la Madre Magdalena comenzó a promover el culto de la Divina Infantita,
dando a conocer todo cuanto había acontecido cuando ella se encontraba haciendo
oración.
Este culto se fue extendiendo y también las gracias y favores extraordinarios que las personas iban
alcanzando de Dios por la intercesión de María Niña.
Sin embargo enseguida llegaron las pruebas, pues las
autoridades eclesiásticas prohibieron este culto hasta comprobar su
autenticidad.
A pesar de todo la madre Magdalena no se dejó vencer en su
profundo amor para con la Divina Niña, y con la ayuda económica de su familia
fue a Roma para entrevistarse con su Santidad el Papa Gregorio XVI. Durante la
audiencia le expuso a su Santidad todo lo acontecido sobre la aparición y lo
que la Virgen le había dicho, y los favores que las personas habían recibido por
la intercesión de la Virgen en este misterio de su Natividad.
Al volver la madre Magdalena con este presente de
su Santidad, comenzaron a imprimir triduos, novenas, y oraciones en honor de la
Divina Niña, que se repartieron por el pueblo mexicano. Comenzaron a festejar
todos los días 8 de cada mes, como recuerdo especial a la Virgen Niña, y sobre
todo la fiesta principal, la de la Natividad, el 8 de septiembre.
Nuestro Señor hizo verdaderos milagros a través de su
Reinita. Entre otros le devolvió la vista a una niña que era ciega y que los
médicos habían dejado ya por imposible. Los pecadores volvieron a la fe ; niños
enfermos se recuperaron milagrosamente al ser colocados al amparo de la Divina
Niña, los adultos, los ancianos, todos los que le pedían al Señor una gracia
por la intercesión de su madrecita, la recibían. También acontecimientos
curiosos.
La madre Magdalena le hacía
demostraciones de amor a la Virgen que demostraban cuanto la quería, con este
cariño la llamó Divina Infantita, porque decía que era una niña toda de Dios.
Le colocó un cuarto al lado del suyo con un letrero que decía :Cuarto de la
Divina Infantita. Este cuarto estaba siempre adornado con flores, y mil
primores propios de una niñita, con velas, y con todo lo que los devotos le
enviaban en señal de agradecimiento.
En la fiesta del 8 de septiembre los señores Obispos celebraban
la Eucaristía de Pontifical. Para todo esto los devotos daban donativos, y
otras veces la madre Magdalena hacía primores y los rifaba o se los regalaba a
los devotos que enseguida le enviaban un donativo. Y así se iba extendiendo
este culto tan agradable a los ojos de Dios.
En 1859 nuestro Señor llamó para sí a la
madre Magdalena, ella había cumplido su misión y se fue para la Vida Eterna.
En sus últimos años de vida, le pidió a la abadesa que se
encargara de continuar fomentando este culto. ella no siguió con el culto, entonces le encargó a un escultor que hiciera otra Divina Infantita
pero más pequeñita que la que tenían. El escultor que estaba haciendo un Niño
Jesús, quiso transformarlo en la Divina Niña y salió tan fea que la madre
Guadalupe no quiso ni que la vieran, y la dejó guardada en su armario durante
20 años.
El día 12 de Noviembre de 1860, (un año después de la muerte de la Madre Magdalena) nació una niña que sería la que se
encargaría de dar a conocer nuevamente la devoción de la Divina Infantita, en México y por el mundo.
Don Marcos Arrevillaga y por doña Guadalupe Escalada habían tenido dos hijitos
y una niña a la que llamaron Nicolasita. Pero la niña murió dejando a los
padres desconsolados. El deseo de los padres de alcanzar del Señor otra hijita
los llevó a proponerse el levantarse todas las madrugadas para rezar el Santo
Rosario, y así alcanzar del Cielo otra hija .Se levantaban todos los días a las 4 de la mañana y le
rogaban a la Santísima Virgen que intercediera por ellos ante su hijo Jesús y
les concediera la gracia de tan deseada hijita.
Así fue como don Marcos y doña Guadalupe recibieron a su
niña como una verdadera bendición del Cielo y al bautizarla le dieron el nombre
de María del Rosario, porque había sido hija del Rosario. Y la niña
correspondió tan bien a esta devoción de los padres, que dicen que con sólo
tres y cinco años de edad ya rezaba perfectamente el Rosario con la letanía y
todo.
Cuando María del Rosario era pequeña murió su padre, su
madre trabajaba en casa haciendo cuanto podía para sacar a sus hijos adelante.
Desde pequeña M. Rosario tenía un don de gentes extraordinario, atrayéndose el
cariño y la amistad de todos. Era expresiva, amable y educada, y muy cariñosa
con todos los que se encontraba. Todas las personas que la conocían la querían.
Pasado un tiempo su madre se casó nuevamente con un gran
ingeniero, don Francisco González Cosío. Pero lo nombraron director de la
ferrovía de Oaxaca, al sur de México y se tuvo que ir a vivir lejos de la
esposa. Todos los meses le enviaba un dinero que era poco para
mantenerse ella y a los hijos del primer matrimonio. Pero con eso y con los
trabajos de doña Guadalupe iban saliendo.
A los 19 años María del Rosario hizo amistad con las monjas Concepcionistas que vivían en
San José de Gracia, en México, y las visitaba de
vez en cuando.
Cuando la abadesa descubrió el gran corazón de M. Rosario
y la devoción que tenía por la Santísima Virgen y por el Santo Rosario, decidió enseñarle la imagen de la Divina Niña que mandó hacer en
vida la madre Magdalena, aquella imagen primera que era tan preciosa y del
tamaño natural de una niña al nacer.
En ese tiempo las monjas ya no vivían en el convento, sino
en una casita de la calle del Reloj, pues el Gobierno perseguía a los
religiosos y tuvieron que abandonar los conventos, y vivir donde y como podían.
Aquella primera imagen tan milagrosa estaba en el pasillo adornada con jarrones
de flores muy bonitas y con una lámpara encendida de día y de noche.
Al ver a la Virgen la emoción de M. Rosario
fue tan grande que se puso de rodillas diciéndole: "así es como llena mi
corazón" ; y desde aquél día ella se encargó de cuidarla, de arreglarle
los jarrones y de que la lámpara estuviera siempre encendida y limpia. Y la
mimaba y le hablaba con tal cariño que parecía que veía a la Virgen recién
nacida y viva cada vez que se aproximaba a la imagen.
Las monjas le regalaron la otra
imagen fea que estaba en el armario, pues aunque era fea y pequeña en
definitiva representaba también a la Virgen Niña, y pensaron que a Rosario le
gustaría tenerla para ella sola, la abadesa le
dijo :"mira Rosarito ve a mi armario y verás allí una cosa, y si te gusta
te la quedas para ti como regalo de tu Santo y de tu cumpleaños".
Al ver la imágen se
conmovió tanto que la cogió con profunda emoción y empezó a hablarle palabras
de amor y ternura, y la abrazaba con la misma devoción como si fuera la imagen
bonita que conocía hasta entonces, y así llegó donde estaban las monjas llena
de alegría y agradecimiento, diciendo que la daría a conocer por el mundo
entero, que le construiría un templo en el lugar más importante de México, y
que Dios por la intercesión de la Divina Niña haría grandes milagros, se fue a su casa y desde ese momento empezó a darla a conocer y a hacer
que esa devoción que durante 20 años estuvo apagada volviera a renacer en el
corazón del pueblo mexicano.
M. Rosario vistió la imagen de la Divina Infantita como una
Reina, y la llevó para bendecirla, después la colocó en un cuarto de su casilla
de la calle Verde nº 7 en un barrio lejos del centro de la ciudad.
Le contó a su madre todo lo que pensaba llevar a cabo y los
milagros que haría la Divina Infantita y los deseos de construir un Templo en
el mejor lugar de México para que honraran la Virgen en su Natividad. Aunque eran pobres, se propuso darla a conocer y un día que l loraba amargamente ante la imagen de la Niña y un día
llevada por el gran amor que sentía, le dijo a la Virgen : "mira Niña
Divina, ya ves que no tengo medios para comprarte tu aceite, para la lámpara,
pero yo voy a decir que tu eres muy milagrosa, que te pueden pedir cualquier
cosa y que te traigan el aceite para la lámpara y tú, tesoro de mi corazón,
haces todo lo que te pidan las personas que vengan con fe, tu se lo pides todo
al Señor, por favor". y con la esperanza y fe de que ella haría todo lo que pidieran con fe, se
fue a visitar a los vecinos y conocidos, diciéndoles que tenía una imagen de la
Virgen recién nacida que era muy milagrosa, que fueran a verla y se
encomendaran a ella con fe y que le llevaran aceite para la lamparilla.
Uno de los primeros favores que el Señor concedió en aquel
barrio por intercesión de la Divina Infantita fue con un señor que vivía en la
esquina de la casa de Rosarito y que era hojalatero. Mª del Rosario lo saludaba
todos los días al pasar y un día le dijo : "Mire usted tengo una imagen de
la Virgen recién nacida y es muy milagrosa, si usted tiene algún día una pena
muy grande o quiere alcanzar algún favor, vaya a casa y pídale lo que quiera
con mucha fe y de camino le lleva un poco de aceite para la lamparilla".Este hombre no tardó en ir y pedirle a la Divina Niña
lo que deseaba y nuestro Señor por intercesión de la Virgen le concedió lo que
pedía y así fue como comenzó a alcanzar alguna fama de milagrosa, y las
personas empezaron a visitarla y hacer fila para poder entrar en la casa y
rezar.
Estas personas llevan presentes para adornar el cuarto de la
Divina Infantita, y así con cosas muy sencillas fueron haciéndole un altar.
Poco a poco no sólo las personas pobres y sencillas de los
barrios iban a ver a la Divina Infantita y a encomendarse a Ella, sino que
también la aristocracia de México pasó por aquella casita. Así iba realizándose
la profecía que Mª del Rosario dijo el día que recibió la imagen de regalo por
sus veinte años y su santo.
Una de las oraciones que los devotos rezaban para agradecer
a la Divina Infantita todos los beneficios, era el Rosario de 15 misterios, meditando un poquito en cada uno y el
significado que encierran.
¡Oh! Santísima Virgen Niña, que viniendo al mundo consolaste
la tierra que en Ti saludó la aurora de la Redención por los prodigios de
gracia que derramaste entre nosotros, escucha piadosa mis súplicas.
En las penas que me afligen y especialmente en la necesidad
que en este momento me oprime, toda mi esperanza está en Ti, ¡oh dulce
Virgencita! Muéstrame pues que el tesoro de gracias que dispensas es
inagotable, porque ilimitado es tu poder sobre el Corazón paternal de Dios.
Escucha ¡oh Virgen Niña! mi ardiente súplica y alabaré
eternamente la bondad de tu Corazón.
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